Escrito por: Verónica Soriano Hernández
Todas las personas que tomamos en nuestras manos el reto de criar y apoyar a un niño con TDAH, sabemos que no es fácil, que nos vamos a enfrentar a un sinnúmero de barreras y obstáculos de todo tipo, desde la ignorancia hacia el trastorno, la poca sensibilización, aceptación e información del mismo; así como las dificultades que se presentan en todos los ámbitos donde se desenvuelve, ya sea en el familiar, escolar, personal, social, laboral, etc.; y es que como dijera el Dr. José Ramón Gamo, Logopeda y Master en Neuropsicología infantil: “El TDAH es la única patología donde los pacientes son penalizados y criticados por sus síntomas”.
Sin embargo, sabemos la importancia de luchar por su vindicación, es decir, proteger a alguien que no puede defenderse por sí mismo. Y aún con el amor y las mejores intenciones de las que somos capaces, nos consume la angustia de saber que no estaremos toda la vida a su lado para evitar que le lastimen, que de cualquier forma tampoco es lo más recomendable pues siempre hay que tener presente que debemos prepararle para su autonomía e independencia. Es por eso que debemos hacer uso de distintas herramientas para brindar fortaleza y lograr que nada ni nadie le haga daño, y en caso de que así fuera, que pueda sacudirse el polvo y continuar adelante.
Una excelente herramienta con la que podemos empezar es la de la escucha efectiva, es decir, poner especial énfasis al contenido emocional del mensaje que estamos recibiendo, teniendo en cuenta que se puede llegar más allá de las palabras tratando de comprender los gestos y las actitudes para poder captar lo que realmente me quiere decir.
De esta forma también ponemos en práctica la comunicación empática, la que nos ayuda a validar las emociones de la persona y nos permite demostrarle que nos importa lo que le sucede. Y es que llegamos a caer en el error de no dejar de hacer nuestras actividades mientras el niño quiere hablarnos de algo, o decirle que se espere hasta que las terminemos para que pueda contarnos, o peor aún, apenas escucharle y responder hablando de lo que me pasa, por ejemplo, si me dice que viene muy cansado contestarle “pues yo estoy más cansada, aún así hago las cosas y no me quejo”.
En caso contrario, una forma empática de contestar sería: ¿Por qué te sientes así? ¿Qué te pasó? ¿Quieres descansar? El poner esto en práctica, mejora la comunicación y va fortaleciendo los lazos afectivos entre las familias.
Así mismo, a través de esta práctica, se va reforzando la autoestima del niño, pues es una de las áreas que más se ven afectadas debido a su condición, ya que generalmente, quienes estamos a su alrededor nos enfocamos en todos los aspectos negativos que lo acompañan día con día: lo que no terminó, lo que no hizo, si no se dio prisa, si ya le volvieron a llamar la atención por sus conductas, y así una larga lista que le precede a una autoimagen bastante deteriorada y lastimada. De ahí la importancia de poder enseñarle a identificar sus emociones y enseñarle la forma correcta de reaccionar ante cualquier emoción (alegría, tristeza, miedo, enojo) para de esta manera lograr un adecuado autocontrol. Aquí estamos trabajando aspectos básicos de la inteligencia emocional, pues le estamos ayudando a reconocer estas emociones básicas, a nombrarlas, a afrontarlas, a controlarlas, a desarrollar la empatía, la comunicación, a escuchar, a fomentar el dialogo democrático y a tener apertura a la expresión de emociones.
Y finalmente, si en verdad queremos enseñarle que se puede salir adelante a través de las adversidades, se les puede ayudar a desarrollar la resiliencia, esto es que sepa que se puede aprender de los errores, las caídas, los tropiezos, los dolores, sacando provecho de estas experiencias. Una buena forma de hacerlo es preguntado: ¿Qué puedes aprender de esto? o ¿Qué puedes sacar benéfico de esta experiencia? Incluso practicarlo como si fuera un juego “ver lo positivo de lo negativo”, si es un día nublado y no se puede salir a jugar, lo positivo seria estar juntos en familia compartiendo historias.
Hay una gran cantidad de estrategias de las que nos podemos valer para ir cambiando el entorno de esa persona que más nos importa y a la que más queremos.
“Como una escultura, con cada golpe de la vida mejoramos nuestra forma y visión del mundo”
Más información sobre este tema: info@proyectodah.org.mx